“No son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es
verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. Juan
17:16-18
03diciembreMi
abuela paterna nos dejó un valioso legado: la santa Biblia. Mi padre nos dijo
que ese era el legado más precioso que ella podría habernos confiado. ¡Qué pena
no haberlo sabido valorar a su debido tiempo!
Lo recibimos
allá por 1940. Mi abuela la leía desde siempre, pero al partir nos dejó su
Biblia para que en ese libro sagrado encontráramos al Señor que ella tanto
amaba. ¡Cuántas bendiciones nos hemos perdido por no habernos abocado a
escudriñar la Palabra de Dios diariamente! En 1965, papá dijo a modo de
testimonio: “Quien tome este libro en sus manos estará tomado de la mano de
Dios, solo debe dejarse conducir”.
Con el
tiempo, por medio de una pareja de colportores conocimos la Iglesia Adventista
e hicimos los estudios bíblicos. Fuimos bautizados todos juntos, como familia,
en la Navidad de 1965, año en que papá dio testimonio del regalo que nos había
dejado la abuela. Conociendo a Jesús y viviendo esta nueva vida nos sentíamos
muy felices de pertenecer a la gran familia de Dios.
A mí y a mis
hermanos nos educaron con valores elevados, los que se fueron fortaleciendo aún
más, porque estaban cimentados en la verdad de Dios, su Palabra. Han pasado los
años, y sigo aferrada al legado de mi abuela.
Doy gracias
a Dios porque su Palabra es veraz y consuela, es luz y nos guía, es poder y nos
fortalece. Sin ella caminamos a la deriva y nuestra vida se hace insegura y
tormentosa. Jesús, la columna central de la Biblia, es todo para mí.
En los días
difíciles y perplejos, su gracia me cubrió y me permitió conocer más de cerca
el poder de la oración. Con la Palabra de Dios en mis manos aprendí a aceptar
su voluntad divina porque es perfecta y me muestra el fin desde el principio.
La Palabra de Dios es mi Bethel personal.
Amiga,
anhelo el día de reencontrarme con mi abuela para decirle que su legado dio
frutos para salvación. Que el Señor nos utilice para fortalecernos unas a
otras, podamos continuar con su obra y un día no muy lejano disfrutar con
nuestros amados la eternidad junto a nuestro Redentor y Salvador Jesús.
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